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El crecimiento de una aviación más ecológica

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La temperatura aumenta cada día más, estamos viendo más fenómenos meteorológicos extremos y las condiciones climáticas parecen ser más intensas cada temporada. Pero como no parece que la demanda mundial de viajes en avión vaya a disminuir a corto plazo, el sector de la aviación se enfrenta a una presión cada vez mayor para reducir su impacto medioambiental. Especialmente con el ambicioso objetivo de conseguir emisiones Net-Zero para el 2050. 

Ahora que el sector de la aviación avanza con tecnologías y políticas más ecológicas, las empresas que contribuyen al sector con sus viajes corporativos tendrán que subirse a bordo de este movimiento. Esto podría consistir en adaptar las políticas de viajes para adoptar prácticas sostenibles, elegir aerolíneas que den prioridad al planeta, gestionar los posibles incrementos del precio de los boletos debido al aumento de los combustibles de aviación sostenibles (SAF) y mantenerse alineado con las normas del sector. Pero el camino hacia la aviación sostenible no siempre es tan sencillo. Ha sido y siempre será un esfuerzo colectivo en el que participan todos los que tienen un asiento, incluidos tú y nosotros. Así pues, vamos a sumergirnos en cómo hemos llegado hasta aquí y en el camino a seguir.

El aumento de la conciencia medioambiental 

A principios del siglo XX, la aviación estaba en su era medieval y las preocupaciones medioambientales no estaban para nada en el radar. Los aviones se diseñaban principalmente para el rendimiento y el traslado de personas o carga, con poca consideración por el medio ambiente. La atención se centraba en el avance de la tecnología y la ampliación de sus capacidades. Pero cuando el transporte aéreo despegó, también lo hizo la conciencia medioambiental.

  • 1960: Comienzan las conversaciones que relacionan el transporte y la contaminación atmosférica.
  • 1970: El Día de la Tierra, las preocupaciones medioambientales y la palabra "sostenibilidad" hicieron su debut. 
  • 1988: El calentamiento global se hizo real cuando un científico de la NASA declaró que los seres humanos estaban provocando el cambio climático. Más o menos al mismo tiempo, el "greenwashing" se convirtió en un fenómeno.
  • 1997: Se semi-adopta el Protocolo de Kioto, uno de los primeros intentos de abordar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los países industrializados participantes se propusieron reducir las emisiones a los niveles de 1990. Fue un comienzo, pero la aceptación fue mínima. 
  • 2015: El Acuerdo de París, un acuerdo jurídicamente vinculante, hizo un llamamiento a todos los países para que tomaran medidas y limitaran el calentamiento global muy por debajo de 2 °C por encima de los niveles preindustriales, con un objetivo ambicioso de 1,5 °C. 
  • 2016: La Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO) se unió a la lucha con el compromiso de limitar las emisiones de CO2 de los vuelos internacionales a los niveles de 2020, retrocediendo de hecho a 2010. Los aviones de bajo consumo de combustible, los combustibles de aviación sostenibles (SAF), la mejora de los sistemas de gestión del tráfico aéreo y el programa voluntario Sistema de Compensación y Reducción de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA) formaron parte de la estrategia.
  • 2023: Más de 100 países participan en el programa CORSIA, en el que las compañías aéreas compran créditos para compensar sus emisiones. Sin embargo, cabe señalar que algunos creen que los créditos de carbono y los programas de compensación son en realidad una forma de que las empresas enmascaren y justifiquen su propia producción excesiva de carbono.

A pesar de todos estos esfuerzos, el mundo siguió creciendo, y también las emisiones globales. Los niveles de CO2 pasaron de aproximadamente 23.990 millones de toneladas (Mt) en 1997 a 37,109 Mt en 2022.

Y al día de hoy, volar sigue siendo una de las actividades más intensivas en carbono que existen. Representa el 2.5% de las emisiones mundiales de CO2 y ha contribuido en torno al 4% al calentamiento global desde que despegó por primera vez. En Estados Unidos, la persona promedio emite unos 386 kilogramos de CO2 por vuelo nacional, y Australia no se queda atrás, con unos 267 kilogramos por persona. En su defensa, estos dos países tienen mucho terreno que cubrir. En países más pequeños, donde la gente suele desplazarse en tren, como Italia, la cifra es inferior, con sólo 37 kg por persona, y en India, con 8 kg.

Innovaciones y avances en el siglo 21 

El siglo XXI ha sido testigo de algunos avances notables destinados a mejorar el rendimiento medioambiental de las aeronaves.  

Aerodinámica y materiales

Los aviones modernos se diseñan ahora centrándose en la eficiencia del combustible, conseguida mediante mejoras aerodinámicas y el uso de materiales avanzados. Sin embargo, algunos dicen que probablemente se trata más de un ejercicio de ahorro de costos que de sostenibilidad. Innovaciones como los winglets y los materiales compuestos más ligeros también han contribuido a reducir el consumo de combustible gracias a una menor resistencia aerodinámica y un menor peso.

Combustibles de aviación sostenibles (SAF)

Uno de los mayores avances de la aviación sostenible ha sido la adopción de combustibles de aviación sostenibles alternativos, en particular los biocombustibles. Derivados de fuentes renovables como residuos agrícolas, materiales de desecho y cultivos no alimentarios, los biocombustibles ofrecen una forma prometedora de reducir las emisiones de carbono. Porque, a diferencia del combustible fósil tradicional para reactores, los biocombustibles pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del ciclo de vida hasta en un 80%. Los biocombustibles también son compatibles con los motores de las aeronaves existentes, lo que permite su uso inmediato sin necesidad de grandes modificaciones en una flota ya existente y costosa.

Pero la producción de SAF, principalmente biocombustibles, está sujeta a controversia. Los gurús de la industria argumentan que los cultivos para biocombustibles pueden competir con la producción de alimentos, lo que suscita preocupación por la seguridad alimentaria y las emisiones asociadas al cultivo a gran escala. Y la producción de estos cultivos sigue contribuyendo al clima. Esto ha dado lugar a continuos debates sobre la verdadera sostenibilidad de los biocombustibles y sobre si representan el mejor camino a seguir. Junto con los biocombustibles, los combustibles sintéticos de queroseno han surgido como posibles alternativas. Estos combustibles, denominados "la primera alternativa sostenible y sin emisiones de carbono del mundo al combustible tradicional para reactores", pueden mezclarse con el combustible convencional para reactores, lo que permite su adopción inmediata. Los combustibles sintéticos, producidos mediante

procesos que capturan dióxido de carbono, agua y electricidad renovable, se consideran una solución a largo plazo para reducir las emisiones de la aviación.

A pesar del potencial de los combustibles de aviación sostenibles (SAF) que incluyen tanto biocombustibles como combustibles sintéticos, su adopción ha sido lenta. En la actualidad, el combustible de aviación sostenible sólo representa alrededor del 0.1% de todo el combustible de aviación utilizado en el mundo, una cifra que ha permanecido prácticamente invariable en los últimos cuatro años. La lenta adopción del SAF se atribuye a varios factores, siendo los costos de producción del SAF el mayor obstáculo. Los biocombustibles pueden costar hasta un 50% más que el combustible tradicional para reactores, mientras que los combustibles sintéticos pueden ser hasta 6-10 veces más caros (¡ufff!). Estos elevados costos podrían convertirse en un problema para los viajes de empresa hasta que se produzca una adopción más generalizada. Mayores costos para la aerolínea se traducen normalmente en mayores costos para el consumidor, es decir, para tu presupuesto de viaje.

Aviones eléctricos e híbridos

Otra área de innovación en la aviación sostenible es el desarrollo de aviones comerciales eléctricos e híbridos. Gigantes de la industria como Boeing y Airbus se apresuran a entregar los primeros aviones eléctricos para vuelos regionales y de corta distancia. Estos aviones prometen vuelos más limpios, silenciosos y eficientes, y ya hay varios prototipos surcando los cielos. Aunque todavía está en sus inicios, el impulso de la aviación eléctrica es cada vez mayor, y podría desempeñar un papel en el futuro de los viajes aéreos.

  

Adopción de aerolíneas  

Varias aerolíneas mundiales ya han integrado el combustible de aviación sostenible en sus operaciones, haciendo un esfuerzo consciente hacia cielos más ecológicos. Emirates, Delta Air Lines, United Airlines y British Airways se han comprometido a incorporar los SAF en diversas capacidades. En 2023, Virgin Atlantic saltó a los titulares cuando el vuelo VS100 completó el primer vuelo transatlántico del mundo utilizando 100% SAF. Otras aerolíneas, como Qantas, Alaska Airlines, Singapore Airlines, Japan Airlines y Qatar Airways, han anunciado planes para incorporar SAF en todas sus flotas antes de 2027.

Más allá del SAF, las compañías aéreas también están llevando a cabo otras iniciativas para reducir su impacto medioambiental. Delta Air Lines, anunció en 2023 que eliminaría los vasos de plástico de todos sus vuelos, una medida que eliminará unos 2 millones de kilos de residuos plásticos al año. Air France ha tomado medidas similares y ya ha reducido el uso de vasos, cubiertos y agitadores de plástico, sustituyéndolos por alternativas ecológicas.

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¿Pero qué pasa con los aeropuertos? 

Pues ellos también están poniendo de su parte. Mientras las compañías aéreas toman medidas y se comprometen a reducir su huella de carbono, los aeropuertos también están dando un paso al frente, y desde hace tiempo. Los aeropuertos son responsables de aproximadamente el 2% de las emisiones de la aviación mundial, que procede principalmente del uso de energía para iluminación, calefacción, refrigeración y operaciones en tierra. El Aeropuerto Internacional de San Diego funciona con energía 100% renovable desde 2013. Este logro forma parte de su programa de sostenibilidad más amplio, que incluye importantes mejoras de la eficiencia

energética y medidas de reducción de residuos en toda la infraestructura y la flota. En los últimos años, el Aeropuerto Internacional de Dubai ha instalado un gran sistema de paneles solares con 15,000 paneles, y Amsterdam Schiphol pretende convertirse en el aeropuerto más sostenible del mundo para 2050. El aeropuerto de Heathrow también está trabajando para alcanzar su objetivo de ser neutro en emisiones de carbono para 2050, mientras que los aeropuertos de Brisbane y Melbourne aspiran a conseguir emisiones netas cero para 2025.

En 2023, más de 50 aeropuertos de todo el mundo habrán introducido vehículos de apoyo en tierra eléctricos o híbridos para reducir las emisiones. El Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX) ha desplegado más de 100 vehículos eléctricos de apoyo en tierra como parte de su estrategia de sostenibilidad. La gestión eficaz del agua es otra área de interés para los aeropuertos. Muchos aeropuertos están diciendo sí a las tecnologías y sistemas de ahorro de agua. El Aeropuerto de Heathrow y el de Perth han introducido un sistema de recolección de agua de lluvia que capta unos 5 millones de litros de agua al año para usos no potables en el Aeropuerto de Heathrow. El Aeropuerto de Estambul está diseñado para ser uno de los más sostenibles del mundo, e incorpora sistemas de eficiencia energética, fuentes de energía renovables y prácticas de reducción de residuos para minimizar su impacto medioambiental.

Conclusión

El camino hacia la aviación sostenible y la consecución de un balance Net-Zero es complejo y gradual. No es una transformación que ocurra de la noche a la mañana, sino un esfuerzo colectivo que abarca todo el ciclo de vida del transporte aéreo y toda la cadena de suministro. Esto significa que no se trata sólo de las compañías aéreas. Se trata de que aeropuertos, fabricantes, responsables políticos y consumidores tomen asiento en la cabina. Aunque los avances son evidentes, conseguir emisiones cero sigue siendo un objetivo ambicioso. Y otro tema que está ganando terreno es si realmente podremos diferenciar entre emisiones "cero" y "reducidas" o no.

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